martes, 24 de diciembre de 2019

Un arma.

Hay un hombre alto, con cuerpo delgado. Se sube un tanto nervioso, un tanto asustado. Tiene un gabán negro y la mirada ida. Unas botas, un Jean, una bufanda negra donde podría decirse que esconde algo. Algo como un arma, mira frecuentemente al rededor.

 Se ve temeroso, se frota la oreja y el rostro. Arregla un poco su cabello que está un poco largo. Ve los autos, las motos y las otras busetas pasar. Realmente se enfoca en ellas. En el frío que entra por su ventana y parece que le da escalofríos pero a la vez tranquilidad.

 Se levantó con toda seguridad pero estaba mirando si alguien está pendiente de él. Y aqui estoy yo. Timbra y me mira, camina y sigue notando que tiene a alguien que lo observa. Sigue caminando y no suelta su bufanda.

Entra a una casa y alguien cayó en el asfalto, parece una figura de mujer, de unos niños a su lado pidiéndole que se detuviera. Pero el desamarra su bufanda y les dice: ¡SILENCIO! Será lo mejor que haré. No quiero que sufran más y empieza a sollozar. Levanta el arma y se arrodilla. La baja por un momento pero vuelve a enfocarse y ve que el más pequeño está abrazando a su madre mientras sus lágrimas brotan por su rostro y sin más decide dispararle. Un tiro, dos tres y su madre se estremece.

Empieza a gritar, a llorar, a zarandearlo desde el suelo. Pero él no le encuentra sentido quiere que pare, que se detenga, que deje de llorar, que tenga ovarios. Así que sigue con ella. Pero su hijo el mayor guardo silencio, mientras intentaba no llorar, no gritar. Y la puerta sonó habían muchos vecinos afuera y la patrulla se escuchaba. Iban a derribar la puerta y en ese momento otro disparo sonó. Ellos entraron y quedaron perturbados. Había sangre por todos lados y tres cuerpos. Una mujer rubia con pequeños moretones. Un niño de seis años al que le habían volado los ojos y por último un hombre. Un hombre de cabello negro liso con un gabán y una bufanda al que parecía haber tenido un tiro en la sien. Había un niño ese niño los miro con cierta sonrisa y con miedo este sostenía el arma. La arma con la que habían acabado con toda su familia y que ahora el culpable parecía él. 

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